viernes, 29 de junio de 2007

Final CAD Profesional 2007




Las Nuevas Torres de Babel

Hace poco más de doce años, cuando el arquitecto César Pelli elaboraba los planos y las maquetas de la torre más alta del mundo, fui a visitarlo a su estudio de New Haven, en Connecticut, dos horas al norte de Nueva York. El coloso Miglin-Beitler iba a levantarse en la esquina sudoeste de las calles Madison y Wells, en Chicago. Su altura, de 656 metros, aspiraba a duplicar la del mítico Empire State y a superar con holgura la del rascacielos Sears, a orillas del lago Michigan, cuyos 442 metros regían las alturas del mundo desde 1974. Lo que mostraba la maqueta no sólo era impresionante; también era bellísimo: una estrecha aguja blanca de vidrio y acero, que desafiaba los cielos y culminaba en un mirador rodeado de nubes. Nunca se terminó de construir. La Guerra del Golfo y la suba vertiginosa de los precios del petróleo provocaron la ruina del mercado de bienes raíces en los Estados Unidos y el proyecto quedó cancelado. Al año siguiente, sin embargo, el petróleo acudió en ayuda de Pelli. La poderosa empresa Petronas, de Malasia, le encomendó la construcción de dos torres iguales, de 452 metros cada una, situadas en Kuala Lumpur. En vez de la aguja airosa de Chicago, el arquitecto imaginó un diseño geométrico de hormigón y vidrio que evoca el arte islámico y que a la vez recuerda vagamente la arquitectura de la Sagrada Familia, obra magna del catalán Antoni Gaudí. Desde entonces no han dejado de sucederse los proyectos de rascacielos cada vez más osados a un ritmo de dos a tres por año, hasta sumar ahora veinte –quizá más– que superan los 300 metros. La mayoría se construye en parajes donde sobra el espacio: en Dubai, en Riad, en Atlanta, en Taipei, o en ciudades de maravilla como Hong Kong y Shenzhen. Las nuevas torres recuerdan la imagen, frecuente en el cine de Hollywood, de una planicie interminable y vacía, cortada por un horizonte de obeliscos repentinos. Detrás de ese paisaje paradójico alienta siempre la sombra de la torre de Babel, primer intento del hombre de contemplar el mundo desde lo alto de los cielos. Las formaciones verticales han multiplicado desde el Génesis el deseo de un diálogo con Dios. Los seres humanos hablan o ruegan, y Dios calla. Los oyentes atribuyen a ese silencio infinitos sentidos: cólera, misericordia, indiferencia, amenazas de castigo. Los menhires, los tótems, las pagodas, las catedrales han sido siempre lugares de oración. En los rascacielos hay un soplo de los campanarios florentinos y de los minaretes musulmanes, una actitud de plegaria que se remonta a los orígenes de la especie. Recuerdo aquella mañana transparente del otoño boreal, en New Haven, hace más de una década. Bajé del tren a eso de las nueve, junto con enjambres de estudiantes que venían desde las ciudades cercanas a sus clases en Yale. Caminé hacia Chapel Street, junto a los muros falsamente medievales del campus universitario. La brisa dispersaba las hojas secas y oxidadas de los cedros. El edificio de oficinas de la firma César Pelli y Asociados tenía cuatro plantas. En la segunda se divisaba una hilera de mesas altas y claras sobre las que se inclinaban maquetistas y dibujantes, todos menores de treinta años, todos concentrados en los movimientos de sus tiralíneas. Las paredes eran monacales, sin un solo detalle que desviara la atención de la aguja de luz del edificio que iba a llamarse Miglin-Beitler, y que estaba condenado a quedar en nada. Habían ubicado la maqueta en un recodo entre la segunda y tercera planta. Detrás se veía una reproducción del óleo que Pieter Brueghel el Viejo pintó a mediados del siglo XVI, La torre de Babel. Con más de un metro noventa de estatura, Pelli era tan imponente y erguido como una de sus torres y hablaba con el moroso acento tucumano de la adolescencia. En aquellos tiempos, nadie podía imaginar que los terroristas de Al-Qaeda destruirían las Torres Gemelas de Manhattan en septiembre de 2001 ni que un terremoto de 7 grados en la escala de Richter pondría a prueba, a comienzos de abril de 2002, la solidez del edificio Taipei 101, entonces sin terminar, que sigue siendo –con 509 metros– el más alto del mundo. Ese récord podría caer a finales de 2008, cuando el rascacielos Burj Dubai supere los 800 metros: otra aguja deslumbradora cuyos materiales se inspiran en la ligereza y resistencia de los huesos de las aves, en la flexibilidad de las palmeras y en la capacidad del ser humano para adaptarse a su medio ambiente, sea cual fuere. Una empresa coreana, Samsung Electronics, es la constructora principal del Burj Dubai. Sus oficinas mantienen el secreto de la altura final, por miedo a que un competidor oculto trate de aventajarlos en esa batalla enloquecida entre torres de Babel cada vez más desafiantes. Desde el comienzo de los tiempos, las torres se han alzado como puntos de exclamación para llamar la atención de Dios, o de los dioses. Dos mil quinientos años antes de Cristo, tres pirámides de 140 metros fueron erigidas en Giza, Egipto, para servir de tumba a los faraones que se consideraban descendientes del dios Ra. Dos milenios más tarde, los mayas erigieron el conmovedor templo de Tikal, que se erguía a más de cien metros y estaba pintado con tintes brillantes que atraían la luz solar. El tiempo fue borrando los colores, y ya no quedan sino vagas huellas. Tres altas estructuras emblemáticas dominan los últimos ciento veinte años, y las tres son el símbolo de sus ciudades. La más célebre es la torre Eiffel, construida como figura central de la Exposición de París en 1889, sin ninguna razón práctica. Sólo sirvió para demostrar el poder del hierro frente al embate del viento, y para que los seres humanos suban hasta la cima de trescientos metros y contemplen desde allí la magnificencia de la ciudad. Otra torre bellísima, la John Hancock, en Chicago, rindió homenaje a la grandeza de Eiffel al guardar, en la cápsula de tiempo que se levanta en su techo, situado a 241 metros de altura en una esquina céntrica, una barra de hierro de la torre francesa, una copia de la declaración de la independencia de Estados Unidos y el traje del primer astronauta que pisó la Luna. La tercera está en Nueva York y no es fácil elegir una entre dos maravillas iguales. El Empire State compite en belleza con el edificio Chrysler, que no es el más alto y el más estilizado pero sí el más misterioso. Cualquiera de las dos torres refleja el alma de la ciudad. Aunque la Chrysler terminó de construirse en 1930, puede verse como un resumen de la década anterior –la era del jazz–, con sus líneas art déco y sus ángulos agudos tomados del expresionismo alemán. Tiene 319 metros, setenta menos que el Empire State –dos años más joven–, y aunque ambas son la señal de que el viajero está acercándose a la isla de Manhattan, la torre Chrysler sigue siendo un soplo de la ciudad que ya fue, en tanto que su vecina se perfila como el horizonte de la Nueva York futura. Lo que más sorprende en la Chrysler es la cúpula de seis espirales puntuadas por ventanas triangulares cada vez más pequeñas. Poca gente sabe que en la punta de la torre hay un baño ínfimo, de dos metros por dos, donde el primer dueño, William P. Chrysler, solía sentarse para observar la efervescencia de la ciudad desde su trono doméstico. Cuando fui a New Haven, aprendí de memoria el versículo 4 del capítulo 11 del Libro del Génesis, y se lo recité a César Pelli para saber qué le parecía. “Eh, dijeron los hombres. Vamos a edificar una ciudad con una torre cuya cima hienda los cielos.” “Esos hombres querían oír la voz de la eternidad”, me respondió el arquitecto. “Fue un acto de orgullo, pero movido por el deseo de estar cerca de Dios.” ¿Cuánto más alto subirán las torres de Babel de este siglo XXI? Después de los 800 metros del rascacielos Burj Dubai se ha puesto en marcha el proyecto de una ciudad vertical que podría superar el kilómetro de altura. Ya no se espera un castigo como el de la dispersión de las lenguas que destruyó a Babel, ni una fuga en masa de la especie humana, después de la cual nadie podría encontrarse con nadie. Los arquitectos suponen, sin embargo, que Dios hablará a su manera. Y que, cuando lo haga, dirá algo que ahora está más allá de toda imaginación.

domingo, 24 de junio de 2007

Panorama Maker 4

Panorama Maker es un software que te permite crear fotos panorámicas de forma muy sencilla, el cual no requiere ningún tipo de conocimientos de edición gráfica ni nada por el estilo. El programa cuenta con un modo de trabajo automático; capaz de unir las fotos entre sí ajustándolas por sí mismo hasta hacerlas encajar de forma perfecta, o manual con el que se podránm ajustar los puntos de unión, cortando y pegando donde sean necesarios. Éstos modos funcionan muy bien siempre y cuando, se cuente con las imágenes adecuadas para crear la panorámica. Las formas en que se pueden realizar las panorámicas son: en horizontal, en vertical, tile o en 360º.


Éstas primeras fotos son sacadas desde la terraza del Nuevo Centro Shopping



Éstas imágenes fueron tomadas del barrio que se encuentra al lado del Hiper Libertad de Av. Sabatini

Ésta fotografía fue sacada en el centro de la ciudad de Córdoba, sobre la calle "Velez Sarfield"

miércoles, 23 de mayo de 2007

miércoles, 16 de mayo de 2007

lunes, 30 de abril de 2007

Radiosity and Global Ilumination

Radiosidad

Los algoritmos del bastidor de la iluminación y de la sombra se pueden dividir en dos categorías; Iluminación directa e iluminación global. A continuación se explicarán los dos acercamientos, dando un profundo estudio de un método global de la iluminación, la Radiosidad.

Iluminación directa

Es un término que cubre los métodos principales de la iluminación usados por la vieja escuela que rinde los motores tales como estudio 3D y POV. Una escena consiste en dos tipos de entidad: Objetos y luces. Luces sobre objetos, a menos que haya otro objeto provocando una sombra detrás.
Hay varias técnicas a tener en cuenta: Sombrear los volúmenes, métodos del Z-Almacenador intermediario, el remontar del rayo. Todos sufren de problemas similares, y todos requieren se superados.

Problemas y ventajas








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La cosa más importante a considerar es que, mientras que estos métodos pueden producir imágenes hiperactivo-realistas, lo pueden hacer cuando están dados en una escena con fuentes de luz de un punto, y objetos perfectamente brillantes o difusos.
Es común que se tracen líneas de un rayo y otros renders produzcan resultados “foto-realistas”. Resultando una imagen que no es; una mentira.
En el mundo real, sigue siendo posible ver los objetos que no están directamente encendidos; las sombras nunca son totalmente negras. Los renderes directos de la iluminación intentan manejar tales situaciones agregando un término ligero al ambiente. Así todos los objetos reciben una cantidad mínima de luz unidireccional.

Iluminación Global

Los métodos globales de la iluminación intentan superar algunos de los problemas asociados al trazo del rayo. Mientras que un trazado de líneas de rayo tiende a simular la luz que refleja solamente una vez en una superficie difusa, los renders globales de la iluminación simulan muchas reflexiones de luz alrededor de una escena. Mientras que cada objeto en una escena remontada se debe encender por una cierta fuente de luz para que sea visible, un objeto en una escena global iluminada se puede encender simplemente por él hacia los alrededores.

Problemas y ventajas











El algoritmo: Remiendos

Emisión:
Aunque he dicho que consideraremos las fuentes luminosas y los objetos ser básicamente iguales, debe obviamente haber una cierta fuente de la luz en la escena. En el del mundo real, algunos objetos emiten la luz, y algunos no, y todos los objetos absorben la luz hasta cierto punto. Debemos distinguir entre las partes de la escena que lo emiten ligero, y las piezas que no lo hacen. Todos los remiendos emiten la luz, pero para la mayoría, su emisión ligera es cero. Esta característica de un remiendo, es llamada: emisión.

Reflexión:
Cuando la luz golpea una superficie, se absorbe una cierta luz y se convierte en calor, y el resto se refleja. Llamaré la proporción de luz reflejada por una reflexión del remiendo.

Luz Incidente y luz de Excedente:
Durante cada paso, será necesario recordar otras dos cosas, cuánta luz está llegando a cada remiendo, y cuánta luz está saliendo de cada una. Llamaré a éstos dos, Luz Incidente y Luz Excedente. La luz excedente es la característica visible de un remiendo. Cuando lo miramos, es la luz excedente la que estamos viendo.
Luz Incidente = suma de toda la luz que un remiendo puede ver en la Luz Excedente = (Luz Incidente reflectada) + emisión

Estructura del remiendo:
Ahora que sabemos todas las características necesarias de un remiendo, es hora de definir uno.
Armar la estructura Excedente del extremo del Incidente de la reflexión de la emisión del REMIENDO

martes, 17 de abril de 2007

MOVIMIENTO



MOVIMIENTO = LUZ = DESPLAZAMIENTO = COLOR

En la materia proyecto se nos asignó un terreno con características particulares, el mismo tenía un ancho de 2,50 mts. y un largo de 30 mts; y nos dieron como consigna una palabra nos describiera visualmente al terreno.

Luego de un profundo análisis y recorrido del lugar, se me ocurrió la palabra Movimiento.

"En mecánica el movimiento es un fenómeno físico que se define como todo cambio de posición que experimentan los cuerpos de un sistema, o conjunto, en el espacio con respecto a ellos mismos o con arreglo a otro cuerpo que sirve de referencia. Todo cuerpo en movimiento describe una trayectoria."

El terreno está en una zona de mucha actividad, de caos en las calles y de gente circulando continuamente. El mismo, está en una situación de "estancamiento", es decir, en donde no pasa nada, un puto neutro.

Lo que se intentó realizar en el lugar es una intervención a nivel del desplazamiento para conocer el sitio, y del estudio del mismo a través de los diferentes movimientos que se me iban surgiendo y del conocimiento de la luz.

Comenzó a surgir en mi cabeza una serie de imágenes de lo que podría pasar si al terreno se le aplicaran distintos tipos de luz, creando movimiento con ellas. A partir de éste momento, el sitio ya no era el mismo; las formas que se iban formando, dependiendo de las luces, nos creaban un nuevo lugar de encuentro, de investigación, de búsqueda.

martes, 20 de marzo de 2007

Peter Eisenman: "Un edificio debe plantear preguntas, no responderlas"

El arquitecto estadounidense construye en Santiago de Compostela la monumental Ciudad de la Cultura de Galicia y proyecta, con el estudio londinense HOK, la ampliación del estadio del Deportivo de A Coruña en Riazor. Un hombre para quien la arquitectura no soluciona problemas sino que los crea.Peter Eisenman (Newark, 1932) ha visitado Barcelona para hacer lo que le ha reportado una fama de proyectista extraordinario: debatir sobre arquitectura. Llegó a la Ciudad Condal, para discutir con Rafael Moneo, rodeado de colegas y estudiantes. Era su forma de homenajear a otro arquitecto amigo de la discusión y el debate, el desaparecido Ignasi de Solá-Morales, fallecido hace ahora un año.